sábado, 5 de septiembre de 2009

Dios ya no vive en la ciudad

Se mudó, no es posible ubicarlo en su antiguo domicilio. De hecho, quedan incluso pocos rastros de su paso por la ciudad... Existe ya poco rasgo de religiosidad o siquiera de ritualidad en el espacio urbano.

Esto es en sí mismo positivo, ya que no existe la religiosidad neutra, siempre es con nombre y apellido… y las sociedades modernas en buena hora se han sacudido de las imposiciones de unos y otros dogmatismos.

Pero, al mismo tiempo, algo se ha perdido… y cuando algo se pierde, algo también vienen en su reemplazo.

Porque las sociedades funcionan de la misma forma en que funciona el universo: nada desaparece, sólo se cambia de estado.

Así, la idea de divinizar alguna entidad y manifestar eso en el espacio público sigue presente, sólo que con otros protagonistas.

Si uno analiza los centros comerciales cerrados (mall) resulta sorprendente el parecido que tienen en su trazado con las primeras iglesias.

Las católicas con su trazado lineal y axial, las orientales con sus formas circulares y concéntricas… la línea recta que lleva desde el pecado a la salvación, la circularidad del eterno retorno… en ambos casos, el espacio urbano era usado para replicar una lógica superior… el mall tomó prestado de ambas la epidermis formal de tales soluciones para lograr que la feligresía acudiera a sus templos.

De hecho, hoy, ambas religiones se dan alegre cita en el mall, plaza ecuménica de nuestra sociedad de consumo.

Haciendo memoria, la primera mudanza masiva se realizó con motivo del movimiento moderno, cuyo dios era la máquina. Era un dios frío, pero al menos se suponía que esta divinidad iba a traer algo de bienestar al conjunto de la sociedad.


En cambio, el dios del consumo es selectivo… sólo alimenta a sus feligreses. Se es digno de entrar a la plaza en la medida en que se forma parte de la religión, cuyo principal sacramento es la capacidad para consumir.

La cruz, la estrella, el talismán, todo se empeñó a cambio de una tarjeta.

Bajo los preceptos actuales, se puede decir que sin consumir no hay espacio público de calidad, ni carreteras, ni playas, ni…

Es cuestión de fijarse en la calidad de pavimentos, piletas y mobiliario urbano de primer nivel que puebla los rincones intermedios de los mall, versus las precarias soluciones que se nos ofrecen metros más allá, donde los funcionarios municipales no se atreven ni a los más mínimos riesgos.


El problema de la mudanza de dios no es tanto quedarse huérfano de religiosidad en el espacio público, sino que los buenos vecinos parecen estar teniendo problemas con el estado de las cosas.

Quizás dios no se ha mudado y simplemente se camufló como el resto, quizás es el empleado del mes en alguna supertienda y veremos su foto colgada en la pared con delantal y sonrisa.

El problema es que nuestro espacio público será tan bueno como para quien está destinado.
Si se sigue diseñando tan solo para quienes pueden pagar, pronto tendremos que mudarnos todos y vivir de allegados con todas las divinidades que hoy están en el exilio.

viernes, 10 de abril de 2009

Votar es elegante

Una parte del “glamoroso mundo” de la planificación urbana no ha resistido opinar con relativo escepticismo sobre el reciente plebiscito realizado en Vitacura. Se quejan acerca que la gente está siendo irracional, principalmente porque la información era precaria o inexistente.

Uno de los que ha dejado en claro su opinión es Pablo Allard, en su cada vez más mediática columna de opinión en La Tercera (algo así como el rey de la farándula en este glamoroso mundo).

Bueno, esta opinión parte de una primera premisa falsa: que en alguna parte del mundo (desarrollado) la gente sabe y entiende sobre qué está votando.

Hay mucha gente que elige estar desinformada, la democracia debe lidiar constantemente con eso y ganarse el interés de los ciudadanos, el ser humano tiene la misma naturaleza aquí y en Alemania, la única diferencia es que allá lo han entendido antes y toman precauciones para la desidia y la anomia social, que abunda en todos los continentes.

Si restringimos la votación a las situaciones en que la gente está informada y entendida, lo más probable es que sólo terminemos votando en los reality shows.

Entonces, una moción de no-ingenuidad: este argumento suele hacer eco en aquellos que creen saber lo que la gente votaría de estar informada. En otras palabras, creen que la gente ....si realmente estuviera informada.., votaría como ellos.

Un urbanismo que no toma en cuenta la opinión de quiénes van a sufrir las consecuencias, es simplemente inmoral. Frase de Yona Friedmann, algo añeja a estas alturas, pero enorme (¿habrá sabido medio siglo atrás algo sobre Chaitén?).

Las votaciones se realizan por motivos relevantes, y son universales por motivos aún más importantes. En ningún caso porque todos los votos estén igual de fundamentados, sabemos que hay quienes votan por las razones más arbitrarias, así como (contrariamente) hay quienes les gustaría dejar un pequeño ensayo adjunto a la papeleta y que se leyera como bando militar en cada esquina. La incómoda verdad es que, pese a los ríos de tinta destinados a esta temática, está ampliamente demostrado que ambos pueden tener la razón.

La comunidad no puede simplemente dejar “en mano de los entendidos” las decisiones importantes (como amablemente, paternalmente nos sugiere Allard), porque estaría cediendo un trozo de su competencia. Si la sociedad sigue cediendo trozos, al final se encontrará arrinconada, sin nada relevante que decidir (sin contar la posibilidad de que sencillamente los entendidos no entiendan mucho... ¿alguien se imagina la hecatombe urbana de haber dado carta blanca a alguien como Le Corbusier?).

Segunda premisa falsa: que a uno le incumbe solamente lo que sucede en su esquina.

Recuerdo una conferencia de Félix de Amesti (arquitecto fundador de la omnipresente URBE) en la que defendía ardorosamente la idea de que los vecinos deberían opinar por lo que sucede en su cuadra, evitando meterse en otros problemas. Esto parte de una premisa tan simple como aterradora: sólo existen problemas individuales, no existen los problemas comunes en la ciudad. En rigor, no existe lo común (¿comunidad... qué es eso?).

¿Qué sucede con las carreteras urbanas, entonces, que atraviesan barrios y comunas? ¿debieran cambiar de nombre, trazado y perfil en cada esquina?

Esta atomización de la opinión ciudadana es una enfermedad, un mal social y hay que tratarla como tal, como una peste, no como un bien a buscar y menos a valorizar por parte de profesionales con relevancia pública.

Así, un ciudadano medio no debería preocuparse, entonces, por una plaza cívica, ya que nunca han sido pensadas para pasear al perrito de la casa... ¿Quién es el ciudadano de una carretera, de una plaza de armas, de una avenida? ¿no somos todos? ¿o los autos ya alcanzaron la categoría de ciudadanos y están ejerciendo sus derechos?

¿Es la ciudad, entonces, una suma de propiedades particulares, donde cada uno opina por su parcela?

Bueno, esta postura es conveniente para quienes ya poseen una pequeña parcela de agrado en el Olimpo, pero para el resto de los mortales, resulta poco grato.

La verdad, puede que al opinar sobre cuestiones de gran tamaño se pierda exactitud, certeza y puede efectivamente que se opine con cierta pequeñez. De hecho, es bastante probable que la decisión de la gente de Vitacura sea insensata... la verdad es que quieren vivir en un poblado que ya no existe y le están haciendo un apetitoso favor a los especuladores. Pero resulta que los mismos genes de la democracia tienen impreso esa capacidad de cometer insensateces... de otra forma deberíamos colocar en las votaciones para presidente la siguiente leyenda:

"Vote por su candidato, a menos que su elección sea estúpida"

lunes, 10 de noviembre de 2008

Arquitectura y Realidad Real

La Bienal de Arquitectura es de esos eventos grandiosos en los cuales se celebra aquella delicada y compleja relación entre arte, oficio y habilidad para adaptarse con sabiduría al lugar.

Bueno, tomando esto en cuenta, una de las mayores novedades de la reciente Bienal fue enterarme de lo bien que vive la gente tanto en el extremo norte como en el extremo sur.
O sea, de partida... ¡viven en hoteles!, de tal forma que podemos asegurar -con cierto orgullo nacionalista- que en Chile hasta en los lugares más recónditos se subsiste con plena comodidad, nunca lejos de un spa o de un sitio para arrendar una mountain bike. Eso hay que promocionarlo como un valor-país, tomando en cuenta que hasta en el patio de la "señora Juanita" podríamos perfectamente encontrarnos con una llama o un puma (un chupacabras, incluso).

Es una pequeña muestra en el ámbito de la arquitectura del chilean way of life, como le dicen.

También me llamó profundamente la atención lo agradable que es Santiago, con casas en la cordillera y vecinos que apenas se divisan detrás de setos o arboledas, a salvo de miradas indiscretas o siquiera de saber de su existencia, qué más querría uno. Muy lejos de todo aquello que muestran las noticias con transantiago y todo, para qué decir con respecto a todos esos barrios que hay que recorrer para llegar a la misma bienal. Mejor ni hablar de eso.

En resumen, la gente común y corriente cada vez vive menos en las ciudades y opta por construirse amplias casas en hormigón a la vista a media cordillera, lejos de toda esa sucia, desordenada y ruidosa selva de gente sudorosa y de malos modales. Eso es precisamente lo que han sabido interpretar los arquitectos seleccionados en la muestra, con su exquisita sensibilidad, proyectando edificios limpios y sin malos modales. Mucha urbanidad, poco urbanismo. Esto se puede apreciar en las fotos con bastante claridad, porque también se han preocupado de tener la deferencia (muy agradecida) de sacar a cualquier atisbo de gente fuera del ámbito de la cámara, asi que tenemos -felizmente- perspectivas donde podemos apreciar lo único que importa: la fachada en sí misma, la obra en su magnificencia. La gente llegará después, siempre a ensuciar el diáfano lienzo que nos esforzamos tanto en pintar.

Qué pena que ya no se estile colocar el nombre del arquitecto en las fachadas, así podríamos darle un toque de humanidad a esto, aunque no es que se eche de menos, para qué andamos con cuentos.

La única sensación que me queda es de cierta incomodidad de vivir en una realidad bastante lejana a lo que se muestra en la bienal, esto de sentirse marginal nunca es fácil, en particular cuando uno está tan lejos de esa realidad real que se muestra en los stands.


Bueno, no se puede negar que la nueva arquitectura es bastante higiénica...

viernes, 13 de junio de 2008

Ciudad en las Azoteas

Probablemente una de las iniciativas más interesantes que se pueden encontrar en la red respecto a la vivienda urbana, viene de la mano de un arquitecto español llamado Santiago Cirugeda.

En términos muy sintéticos, propone "tomarse" los espacios devaluados de la urbe moderna y considerarlos terreno fértil para solucionar problemas apremiantes, como la falta viviendas dignas y bien conectadas a las redes urbanas.

Uno de estos espacios son las azoteas, lugares degradados que podrían ocuparse de una mejor forma.



Más allá de la solución en sí misma, cuyas limitaciones y complejidades en función de la realidad chilena están a simple vista, resulta fascinante el ejercicio de pensar soluciones fuera de lo establecido como norma, fuera de los cánones oficiales e incluso fuera del sentido común.

La idea ha llamado profusamente la atención, encantado a algunos, escandalizado a otros.



Lo importante, es que se trata de una muy buena base como para empezar una discusión sobre la ciudad, una discusión abierta e irreverente.

miércoles, 23 de abril de 2008

SOOBRE Colapsos y buenas decisiones

¿El colapso de un ecosistema es una condena del destino o una decisión de nuestra parte?

A nivel urbano, todos los días estamos tomando decisiones: Racionales e irracionales, casi en igual medida.

Algunas decisiones nos acercan al colapso, otras nos alejan, ambos tipos debieran interesarnos y sobre-todo motivarnos a entender el proceso por el cual estamos -implícitamente- aceptando ser llevados hacia un lado o el otro.


Para quienes entiendan algo de inglés (muy bien hablado, en todo caso) les dejo este video de Jared Diamond en el cual expone su fascinante libro "Colapso: cómo las sociedades eligen triunfar o fracasar".

miércoles, 2 de abril de 2008

Todos los lunes del orbe

Para quienes tengan ganas de poner su huella en la red, existe una iniciativa bastante interesante del sitio "plataforma humana" que se encuentra en una especie de cruzada gráfica para documentar el día lunes de muchos habitantes del orbe.
La iniciativa consta de sacar 100 fotos de 100 momentos de un lunes cualquiera... distintos sabores para un mismo lunes, en definitiva.

lunes, 17 de marzo de 2008

Algunos Bocadillos para comenzar

En relación a las materias que hemos ido tratando, hay algunos apetitosos links que se pueden revisar y que contienen información relevante.

Como plato de entrada, un paper denominado Qué es una ciudad, el cual nos brinda una jugosa y fresca panorámica acerca del origen de las ciudades y las distintas concepciones que se han tenido sobre ella. Forma parte del menú de una revista electrónica llamada Geocrítica donde aparecen distintas tesis relativas al urbanismo y la geografía.

Como plato de fondo algo contundente, un sitio intersantísimo donde se puede encontrar una deliciosa colección de papers de Constantino Doxiadis, urbanista y visionario griego de gran influencia en el siglo XX. Esto corresponde a cocina internacional asi que se encuentran en inglés.

Como bajativo, podemos pedir algo algo liviano en un sitio que pone un pequeño diccionario de urbanismo a disposición de la gula del momento.

Podríamos seguir comiendo, pero sería pecado...